Redacció guanyadora del concurs joves talents coca-cola de l’any 2022-2023.

REDACCIÓ GUANYADORA DEL CONCURS JOVES TALENTS COCA-COLA DE L’ANY 2022-2023

La guanyadora provincial i autonòmica de Catalunya a Llengua Castellana va ser Kholoud Akhchin, ara cursant 3r ESO, però aleshores alumna de 2n ESO B del nostre Institut Josep Lladonosa. (lista ganadores provinciales y autonómico de Catalunya.)

El premi va ser l’estada a Madrid, on tots els guanyadors autonòmics van compartir del 20 al 23 de juny activitats i un taller d’escriptura creativa, els va visitar l’autor, van estar en un túnel de vent, van assistir a una representació del musical El Rey León i van visitar l’exposició «Pop Air» al Museu Balloon.

Enhorabona Kholoud!

A continuació us deixem el seu escrit.

Traición

En este mundo, el dolor se cura con labor. Cualquier mal que sientas puede ser elin:iínado, si
trabajas. Los niños lavan platos cuando se caen y se hacen una raspadura en la ro~1lla . Los
ancianos tejen cestos cuando la soledad empieza a consumirlos. Sin embargo, a m1 me parece que eso es una estupidez. Por la calle, se pueden ver las marcas del árduo trabajo de todos: espaldas encorvadas, manos y pies llenos de ampollas, ojos hundidos … El gobierno organiza nuestras vidas y planea nuestros horarios, pero nadie se puede quejar, es O aguantar esta vida o ser abandonado al otro lado de la muralla. Los oficiales te apuntan con una pistola, si haces algo en contra de sus normas, y todos deben seguir un reglamento estricto: no reír, no hacer ruido, trabajar diariamente Y sin descanso, entregar parte de sus posesiones al gobierno …


Vivo en la cocina del panadero. Le pelo las patatas y le ordeno el almacén cada día. O eso es lo que debería hacer, porque me paso las normas por el forro. Por las mañanas, me escapo por la
puerta trasera Y voy por la calle llena de destrozos hasta la plaza, donde robo de las tiendas. Hay que recalcar que los comerciantes son las únicas personas que se pueden permitir una vida de verdad. No tienen que trabajar si se encuentran mal y todos los privilegios son para ellos. Básicamente, son el perrito faldero del gobierno. Así que robarles es como hacerle un favor a los
demás. Un reloj por aquí, una cartera por allá … Hasta que los veo: unos ojos discretos pero atentos que me observan desde un callejón. Su mirada vigila todos y cada uno de mis movimientos, nada se le pasa por alto. Unas pupilas que parecen brillar en medio de la oscuridad.

Asustada, cojo la bolsa donde guardé lo robado y me voy por donde vine. Salto cajas y esquivo personas hasta que un brazo tira de mí desde una puerta. De pronto, me encuentro en una silla.
Veo esos mismos ojos frente a mí. Estatura alta, cabello negro despeinado y ropa desgastada es lo que caracteriza al chico que me acaba de atrapar.
-Escucha, te doy mi bolso si me dejas salir- intento negociar con él, aunque no parece funcionar.

Lo miro fijamente. Su vista está llena de pasión y alivio a la vez. Puedo sentir cómo su mirada entra en mí cuerpo y examina cada rincón de él. Al cabo de unos minutos, siento cómo las astillas
clavadas en mi corazón van desapareciendo una a una. La muerte de mí padre deja de doler. Ese día en el que me pegaron hasta desmayarme desaparece de mi mente. El único trozo de pan que tenía siendo robado. Mi hogar destruído. El recuerdo de la traición de mi hermano al matar a mamá y escapar intenta esfumarse en el aire como los sonidos que vienen del exterior. Pero, este último, duele demasiado como para dejarlo ir. El dolor arde en mi interior y el odio hacia mí hermano crece descomunalmente. Aparto la mirada de la suya, aún no he crecido lo suficiente como para enfrentarme a eso. Confiaba en mi hermano como si fuéramos la misma persona. Podíamos intercambiarnos las identidades y nadie se daría cuenta de lo bien que nos conocíamos el uno al otro. Si me castigaban, él trabajaba en mi lugar. Si él suspendía, me colaba en su clase y le hacía los exámenes. Nuestros corazones estaban enlazados como una persona a su reflejo. El día en que lo vi clavarle un cuchillo a mí madre, mi mundo se derrumbó. Nadie pudo hablarme por un mes de lo alterada que estaba. Definitivamente, nunca volví a ser la misma de antes.


-Hola, mapache- dice él.


Ese era el apodo por el que me llamaba mi hermano. Entonces, saca de su bolsillo una foto de mi madre con el uniforme del gobierno, junto a policías y otros cargos despreciables. Se la veía feliz, definitivamente, estaba allí por voluntad propia, pero ¿Mi madre en el gobierno? Junté los cables y entendí que mi hermano, en relidad , no era un traidor, que me había salvado de las garras de mi madre, aliada con el gobierno. Que habría acabado como comida para cerdos si él no le hubiera calvado un cuchllo en el cuello. Que mi odio por él, todos estos años, había estado equivocado. Y que él estaba de mi parte.

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