El silencio de los corderos, el thriller de una generación

Por Claudia Mur, Irune Vela, Carla Monedero y Andrés López

En 1991 se estrenaba una película que marcaría un género de por vida: El silencio de los corderos. La joven Clarice Starling, interpretada magistralmente por la gran Jodie Foster, aspira a trabajar en el FBI mientras resuelve una serie de misteriosos asesinatos. Para atrapar a Buffalo Bill, el asesino en serie, Clarice tendrá que jugar a una partida de ingenio contra él y contra el Dr Hannibal Lecter. Lecter, interpretado por Anthony Hopkins en quizás la mejor interpretación de su carrera, es un caníbal altamente culto e inteligente al que Clarice acude para que la ayude a atrapar a Buffalo Bill.

¿Qué decir de las actuaciones de esta película que no se haya dicho ya? Jodie Foster brilla en su papel y Anthony Hopkins se roba la película con solo 16 minutos en pantalla. Su primer encuentro es una clase magistral de presentación de personaje.

Seguimos a Clarice por un manicomio aterrador después de que nos avisen del peligro que supone hablar con Lecter, avanzamos poco a poco junto a locos que nos hacen pensar que nos encontraremos y llegamos al fin a su celda. Llegamos a una celda llena de dibujos y bien ordenada con un hombre educado e inteligente en ella. El contraste entre lo que nos esperamos, lo que vemos y lo que al final descubrimos que es, conforma una escena tensa y aterradora.

Muchos se centran en el personaje de Lecter, que es increíble, pero no hay que olvidar a Clarice. Se nos presenta a Clarice como una chica joven, inexperta y no muy corpulenta en un mundo de agentes del FBI duros y preparados. Clarice demuestra su valor enfrentando cara a cara a Lecter, persiguiendo a un asesino durante toda la película y posteriormente enfrentándose a oscuras a él. Clarice se va endureciendo a medida que avanza la película en un arco de personaje muy característico del cine pero muy bien llevado.

Además, el final es mítico, ya que Lecter nos deja una de las frases más memorables del cine en uno de los finales más emblemáticos de la década.

En definitiva, pasados 25 años y con muchos premios a sus espaldas, esta película sigue sorprendiéndonos y sirviendo de inspiración a cientos de escritores y cineastas.